Conozca el centro de datos submarino alimentado al 100 % por energía eólica y solar
El calentamiento global es un tema cada vez más debatido. Los incendios forestales cada vez más frecuentes y destructivos, la desertificación, el consumo de tierras, la reducción de la disponibilidad de recursos hídricos son solo algunos de los efectos tangibles del cambio climático. Sin embargo, finalmente, la comunidad científica está cada vez menos sola.
Los ciudadanos, las comunidades religiosas, los políticos y las empresas también hacen hincapié en las consecuencias nocivas del cambio climático. ¿Cómo olvidar esos ríos de adolescentes, sensibilizados por la activista sueca Greta Thunberg, de la Huelga Global por el Futuro que colorearon cada rincón del planeta con sus protestas educadas y conscientes?
«Hay que hacer todo lo posible para limitar el aumento de la temperatura media mundial por debajo del umbral de 1,5 grados centígrados, tal y como se consagra en el Acuerdo de París sobre el clima: ir más allá resultarácatastrófico, especialmente para lascomunidades más pobres de todo el mundo». Estas son, en cambio, las palabras del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación.
La política europea, en comparación con el resto del mundo, parece ir en la dirección correcta. Ursula von del Leyen, presidenta de la Comisión, durante su discurso sobre el estado de la Unión ante los miembros del Parlamento Europeo reiteró su deseo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55 % para 2030 y canalizar el 37 % de los fondos derivados de Next Generation EU para que se gasten en la consecución de los objetivos climáticos en consonancia con el Pacto Verde Europeo.
El mundo de la producción también está tratando de responder a la crisis climática. Es el caso de Microsoft, uno de los gigantes de la alta tecnología del mundo, que ha puesto en marcha un proyecto que hace tan solo unos años habría sido una película de ciencia ficción: construir centros de datos en el fondo del mar alimentados al 100% por energía eólica y solar.
El proyecto es especialmente ambicioso pero, sobre todo, respetuoso con el medio ambiente. Su nombre es
Proyecto Natick
y consiste en depositar 864 servidores a 35 metros de profundidad frente a las islas Orcadas escocesas en una cápsula-contenedor, construida por la empresa Naval Group en colaboración con ingenieros y técnicos de la marina especializados en energías renovables, llena de nitrógeno, considerado menos corrosivo que el oxígeno.
Pues bien, la noticia que rápidamente dio la vuelta al mundo fue que el centro de datos fue sacado de las frías aguas de los mares del Norte y, aparte de las algas y anémonas depositadas en las paredes del contenedor, el proyecto resultó ser un éxito. Durante dos años, los centros de datos han estado en el fondo del mar, y aparte de algunos problemas y una falla de algunos componentes, el análisis realizado por los técnicos mostró que los servidores del centro de datos submarino son ocho veces más confiables que los de la infraestructura en tierra.
Lo que los ingenieros de Microsoft han descubierto es que los beneficios son sustanciales. Empezando por los sistemas de refrigeración que, en este caso, no son necesarios con un doble beneficio: económico y medioambiental. Uno de los elementos de gestión más costosos, de hecho, está representado por el enfriamiento y en este caso ha sido eliminado por la baja temperatura del agua en el fondo marino.
Esta noticia representa un importante paso adelante porque Microsoft, al igual que muchas otras empresas que operan en todo el mundo, ha iniciado un notable viaje hacia la sostenibilidad y la búsqueda de soluciones concretas: cero emisiones de carbono para 2030.